Correspondencia sin privacidad: billetes, tarjetas postales y epístolas literarias en la colección Lázaro


Exposición: 20 de diciembre de 2013 a 27 de enero de 2014.
Museo Lázaro Galdiano. Sala Joyas Bibliográficas. Serrano, 122. Madrid.
Miércoles a lunes de 10 a 16.30 h. Domingo hasta las 15 h. Martes cerrado.

La correspondencia ha tenido tradicionalmente un carácter personal y privado, pero esta exposición muestra ejemplos que, por diversas razones, carecen de tal nota de confidencialidad, teniendo en común haber circulado descubiertos. Así, se exponen billetes y tarjetas postales en las que los remitentes, de forma intencionada, no ocultaron sus escritos, junto a una selección de epístolas literarias en las que sus autores escogieron la forma de carta particular para comunicar públicamente un mensaje.
El estudio de este tipo de correspondencia, basado en las colecciones que custodia la Fundación Lázaro Galdiano, permite descubrir formas poco conocidas de comunicación, averiguar cómo circulaban los mensajes, analizar los servicios de correos, públicos o particulares, y valorar su significado cultural a lo largo de los siglos. Aunque la presencia de testimonios de épocas anteriores sirve para ilustrar sus antecedentes históricos más o menos cercanos, la exposición se centra principalmente en el siglo XIX y principios del XX porque se ha realizado en el marco del proyecto de investigación La literatura y las artes en los epistolarios españoles del siglo XIX.
De esta manera, comienza con una sección dedicada a los billetes, con autógrafos de Lope de Vega y de Francisco de Goya, que José Lázaro Galdiano adquirió en su faceta de incansable coleccionista, y continúa con su colección de tarjetas postales, tanto aquellas que recibió de su entorno familiar o de amistades, como las que él mismo editó. Finalmente, la muestra concluye con manifestaciones literarias en forma de cartas abiertas, a las que José Lázaro Galdiano también contribuyó como editor y publicista.

Cartel de la exposición

Cartel de la exposición

Billetes
Este primer capítulo sirve para recordar una forma de comunicación, poco conocida en el presente, caracterizada por la brevedad, la sencillez y, en ocasiones, la urgencia: los billetes. Estos mensajes en papel, generalmente pequeño y doblado, no requerían nombre y dirección del destinatario en el sobrescrito, ni las largas fórmulas de cortesía presentes tradicionalmente en las cartas. Tampoco quedaba consignada por lo general en ellos la fecha, porque se entregaban inmediatamente y en mano; la respuesta, si era necesaria, seguía el mismo camino de vuelta.
Aunque el mensaje perdía así confidencialidad, resultaba, sin embargo, más fiable, pues no se alteraba o desvirtuaba como podía ocurrir cuando la transmisión se realizaba de forma oral. Por medio de billetes se comunicaban asuntos de poca consecuencia, pero también revestían usualmente esta forma los mensajes de enamorados, las cédulas de autoridades para dar órdenes o avisos urgentes y las notas en campañas militares. No obstante su carácter informal, el billete fue pues utilizado con profusión y sería Lope de Vega, uno de sus asiduos usuarios, quien lo definiría de forma más exacta:

Este no lleva cubierta
por la prisa, perdonad,
que es papel de voluntad
y está con vos descubierta.

Precisamente, la exposición muestra los billetes de Lope de Vega, el poeta y dramaturgo del Siglo de Oro español de quien se conservan más textos autógrafos, otro dirigido a Francisco de Goya y contestado por él, que constituye un ejemplo singular y poco frecuente en los epistolarios que se conservan del pintor, y un aviso o recado, como ejemplo más reciente, que Emilia Pardo Bazán envió al propio José Lázaro Galdiano.

Sobrescrito autógrafo de Lope de Vega

Sobrescrito autógrafo de Lope de Vega

Tarjetas postales
La segunda sección de la exposición, la más amplia en cuanto al número de obras expuestas, está dedicada a las tarjetas postales y en ella se muestra el origen de una forma de comunicación que resultó novedosa, no solo como soporte de mensajes entre remitente y destinatario, sino también como producto cultural, cuya vigencia sigue presente en nuestros días.
Si bien puede hoy considerarse principalmente como género de consumo turístico, la tarjeta postal surgió como sistema de comunicación escrita de mensajes breves, que paulatinamente fue incorporando ilustraciones gracias a los avances de las técnicas fotomecánicas. En la segunda mitad del siglo XIX, se pasaría así de los enteros postales –cartulina con el sello o franqueo incluido– a la tarjeta postal ilustrada con retratos, vistas de monumentos y ciudades, personajes históricos y objetos artísticos, constituyendo una enciclopedia visual de su tiempo.
José Lázaro Galdiano, cuya vida coincide con el momento en el que la tarjeta postal se convierte en un fenómeno de moda, no fue un coleccionista de las mismas. Sí conservó las que iba recibiendo de personas de su entorno, vinculadas a él por lazos afectivos o profesionales, y dicho conjunto, del que aquí se expone solo una muestra, es hoy una crónica de aquellos años con extraordinario valor documental.
Además, José Lázaro tuvo también un protagonismo destacado en la historia de la tarjeta ilustrada, primero al aparecer como «actor» en una de las series ideada por Antonio Cánovas, Kaulak, para ilustrar las Doloras de Campoamor; y, después, como editor de postales en las que se reproducían los objetos artísticos que poseía en 1902, el núcleo original de la que más tarde sería conocida como la Colección Lázaro y que gozó de merecida fama dentro y fuera de España.

Tarjeta postal en la que aparece José Lázaro Galdiano

Tarjeta postal en la que aparece José Lázaro Galdiano

Epístolas literarias
El último capítulo de esta exposición está dedicado a la epístola abierta como manifestación literaria, en la que el mensaje carece intencionadamente de privacidad al ser un recurso retórico para dirigirse a un público más general. Este artificio resulta un medio útil en las manos de su autor no sólo para entablar polémicas y debates o dar explicaciones relativas a otras creaciones literarias, sino también para mantener la atención del lector.
La carta como expresión literaria está presente desde la época clásica como así lo demuestran las Epístolas que Séneca dirigió a Lucilo, que en esta exposición se muestran en una edición post-incunable. Las Cartas marruecas de Cadalso y las cartas que cruzaron Mariano Pardo de Figueroa –el doctor Thebussem– y José de Castro y Serrano –un cocinero de Su Majestad– sirven, además, como ejemplo del cambio en las redes de sociabilidad de la época en la que las cartas literarias y públicas sustituían a las tertulias cuando los interlocutores residían en lugares distantes.
Se podían haber elegido otros autores, pero el ejemplo que cierra la muestra, el de Zorrilla dirigiéndose a Lázaro, sirve de colofón a la misma. En este caso, se trata de una «carta al director» en la que se puede apreciar cómo el autor se sirvió de escritos como éste para ir construyendo su autobiografía o su imagen, la que quiso que perdurase en la memoria colectiva. Se expone, también, la carta particular adjunta a la epístola literaria para apreciar la diferencia entre una y otra y así descubrir los pormenores que debían permanecer en el ámbito de la privacidad o los que podían conocerse públicamente.

Cartas marruecas de José Cadalso

Cartas marruecas de José Cadalso

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