Por Jesús Rubio Jiménez
El 23 de septiembre de 2020 se cumplen 150 años de la muerte de Valeriano Domínguez Bécquer. Casi tres meses después, el 22 de diciembre de 1870, falleció también en Madrid su hermano Gustavo Adolfo. Siglo y medio después de su temprana desaparición la obra de los dos artistas sevillanos continúa viva y pujante.
Hoy queremos rendir un pequeño homenaje a Valeriano en nuestro blog, recordando de paso el álbum facticio de dibujos que atesora nuestra Biblioteca ―IB 11654―, menos conocido que el Retrato de muchacha, expuesto en el Museo Lázaro Galdiano, que también recordaremos.
Enrique Pardo Canalís dio noticia de este álbum, en el número 81 de la revista Goya en 1967, con una sucinta descripción de su contenido pero sin realizar averiguaciones sobre el origen de los dibujos y sobre sus posibles publicaciones en forma de estampas o convertidos en cuadros. Más tarde, en 1998, Juan Antonio Yeves mostró el volumen en una exposición organizada en la Biblioteca Lázaro Galdiano, Cánovas y Lázaro: dos bibliófilos de fin de siglo, y se encuentra en el número 75 del catálogo.
El álbum consta de 30 hojas de cartulina de 33 cm de alto por 44 cm de ancho sobre las que se han pegado otras tantas hojas menores de papel de diferentes tamaños, que contienen unos 40 dibujos, ya que en algunas hay más de una figura o composición y en los reversos de las hojas también se encuentran algunos otros dibujos. Se halla encuadernado en piel negra, gofrada y con estampaciones doradas (fig. 1).

Perteneció a Antonio Cánovas del Castillo porque, aunque como obra de Gustavo Adolfo Bécquer, se encuentra citado en la página 132 del primero de los tomos la Lista alfabética por materias de las papeletas que para la redacción de un Catálogo se encontraron en la Biblioteca del Excmo. Señor D. Antonio Cánovas del Castillo, que publicaron sus sobrinos y herederos de la biblioteca en 1903. El siguiente propietario, Antonio Cánovas del Castillo y Vallejo ―conocido también por su seudónimo, Kaulak―, fue quien anotó a lápiz rojo: «Dibujos originales de Don Valeriano Bécquer (hermano del famoso poeta)», corrigiendo así la atribución anterior a Gustavo Adolfo. Además, el álbum conserva su exlibris y el sello estampado de su biblioteca y figura en la página 56 del Inventario de una colección de libros de arte que reúne Antonio Cánovas, publicado en 1911. Posteriormente, sin poder precisar en qué fecha, pasó a manos de José Lázaro Galdiano.
Los diferentes tamaños de las hojas de los dibujos condicionaron la organización y el cuerpo del álbum. Sus medidas varían y además las hojas no son regulares, con notables diferencias entre las partes superior e inferior. Al montar el álbum se buscó un soporte igual para todas las piezas y que los dibujos tuvieran un margen suficiente al ser pegadas en las hojas. Estas circunstancias ayudan a explicar el origen facticio del álbum y orientan sobre las circunstancias que lo hicieron posible.
Todos los dibujos han sido realizados con lápiz negro y tan solo dos composiciones tienen unos ligeros toques con sanguina. Los dibujos no están firmados salvo los dos últimos que llevan las iniciales J. G. B. C. y J. B. C. respectivamente, que ha sugerido Pardo Canalís que podrían corresponder a Julia Bécquer Cogan, la hija del pintor, que tuvo aficiones pictóricas.
Parte de los dibujos llevan otras anotaciones de mano del pintor indicando lugares, fechas y asuntos de los dibujos, que ayudan a su localización y a establecer relaciones con otras obras del artista conocidas con las que forman serie.
Cuando Valeriano falleció el 23 de septiembre de 1870, su hermano Gustavo Adolfo proyectó realizar una edición de sus dibujos para que se conociera su intenso trabajo durante los años anteriores que quedó guardado en sus carpetas de dibujo a la espera de tiempos más tranquilos que le permitieran convertir en cuadros aquellos apuntes y bocetos de composiciones. Pero Gustavo Adolfo falleció el 22 de diciembre con lo que todo quedó en buenos deseos. La viuda de Valeriano, Winnefred Cogan, recogió y vendió entonces al menos tres álbumes de dibujo de su esposo, pero no es el caso de este ya que algunos de sus dibujos sugieren un origen distinto.
Al morir Gustavo Adolfo sus amigos pusieron en marcha una suscripción pública para editar sus obras y las de su hermano Valeriano. Los avatares de esta iniciativa los he contado con detalle en otro estudio y dieron como resultado la primera edición de las Obras del poeta ―Madrid, 1871―, quedando sin realizarse la parte referida al pintor por su mayor coste. Más aun, la edición de las Obras fue posible gracias a la cantidad ingresada por la comisión con la venta de dos lotes de dibujos de Valeriano a las revistas La Ilustración de Madrid y La Ilustración Española y Americana, en cuyas páginas fueron publicados después, como puede verse más detalladamente en mi libro La fama póstuma de Gustavo Adolfo y Valeriano Bécquer, publicado en 2008. Pues bien, tres de los dibujos del álbum de la Fundación Lázaro Galdiano formaban parte del lote vendido a La Ilustración Española y Americana donde se publicaron en 1872, 1873 y 1876.
Se trata en el primer caso, de una escena en el interior de un templo. La hoja 19 del álbum recoge el boceto o dibujo originario, en la que aparecen mujeres arrodilladas esperando confesión y orando (fig. 2), de la estampa, que fue publicada como «La confesión en un pueblo de Castilla» en La Ilustración Española y Americana el 1 de diciembre de 1872 (fig. 3).

Fig. 3. La confesión en un pueblo de Castilla. IEA, 1 de diciembre de 1872.
En segundo lugar, la joven aldeana con un pollo y una cesta de la hoja 9 del álbum (fig. 4) se incorporó a la página miscelánea de «Tipos de la provincia de Ávila», que entre otros apuntes recoge la imagen de esta joven con un pollo y una cesta publicada en La Ilustración Española y Americana el 1 de enero de 1873 (fig. 5).

Fig. 5. Tipos de la provincia de Ávila. IEA, 1 de enero de 1873.
Y el tercero figura en la hoja 13. Se trata de un apunte de una joven sentada en el suelo con un cántaro al lado, fechado en Algorta el 4 de agosto de 1864 (fig. 6) y que fue incorporado a la página de «Tipos de las provincias vascongadas» publicada en La Ilustración Española y Americana el 15 de enero de 1876. (fig. 7).

Fig. 7. Tipos de las provincias vascongadas. IEA, 15 de enero de 1876.
Una parte al menos de los dibujos vendidos a La Ilustración Española y Americana acabaron en manos de Antonio Cánovas del Castillo, quien figura además entre los suscriptores de las Obras, a cuya edición contribuyó con 100 reales. Conocía las circunstancias que rodearon su realización y pudo entonces adquirir otros dibujos de los muchos que atesoraba el pintor en sus carteras. Con ellos se habría formado este álbum, pegando las hojas sobre otras iguales para darle uniformidad.
No puedo precisar más por el momento el origen de este álbum, pero es razonable afirmar que se formó con dibujos de aquellas carteras que se habían ido engrosando con su ir y venir por la península tomando apuntes de tipos y costumbres tradicionales sobre todo cuando fue pensionado por el gobierno para esta tarea, aunque algunos son anteriores. Los dibujos mencionados pertenecen a los apuntes de viaje tomados en Ávila y Algorta. El primero parece ser el único de tema abulense en la colección, mientras que el segundo se halla arropado por otros.
Valeriano residió en Ávila durante un tiempo, tomando apuntes para los cuadros de la entrega del año 1866 con que debía justificar su pensión. Lo más cercano a estos apuntes son otras estampas de tipos abulenses que publicaron revistas ilustradas como El Museo Universal.
El diplomático y erudito escritor don Leopoldo Augusto del Cueto, marqués de Valmar, fue uno de los mejores clientes del pintor y para la biblioteca del palacio de Aguirreche, en Deva, que era su residencia veraniega, le encargó a Valeriano una serie de pinturas sobre grandes dramas de la historia occidental, ya que el marqués era un gran aficionado y estudioso del teatro. Han estado ilocalizadas durante muchos años, pero finalmente se han depositado en los almacenes de la diputación guipuzcoana como parte del mobiliario de aquella biblioteca, pues las pinturas fueron realizadas para colocarlas en las puertas de su librería.
En agosto de 1864, Valeriano y Gustavo Adolfo viajaron a Deva y Algorta, seguramente invitados por su cliente. Quedan como testimonios numerosos dibujos del pintor en sus álbumes conocidos, a los que cabe añadir el de la hoja 8 de este álbum fechado en Algorta el 10 de agosto de 1864 con una vista de un pintoresco caserío con emparrados y un balcón en la solana (fig. 8).

Valeriano volvió al año siguiente y en Algorta aparecen fechados otros cuatro dibujos del álbum en los primeros días de agosto. Del día 2 son dos bustos femeninos con pañuelo en la cabeza. Probablemente se trata de pescadoras (hoja 2). El día 4 realizó dos nuevos apuntes: en el primero aparecen dos mujeres al pie de unos altos acantilados, que muestran su insignificancia con relación al mundo natural (hoja 5, fig. 9). El otro, ya citado, recoge a una muchacha sentada en el suelo con un cántaro al lado (hoja 13).

En los días anteriores y con toda probabilidad mientras realizaba este viaje al Norte encontramos fechados dos dibujos, que sitúan al pintor en Burgos, un lugar hasta ahora no documentado en su peregrinar por la península: el 20 de julio firmó una vista de la ciudad (hoja 6) y el 29 una airosa vista de la catedral con una línea de árboles en primer plano que acentúan su verticalidad (hoja 6, fig. 10).

En su viaje de vuelta pasó por el monasterio riojano de La Estrella, ya que el día 25 de agosto está firmada una vista del mismo (hoja 3).
Algunas otras hojas abundan en la presentación de lugares que ya son bien conocidos en su producción: de Veruela aparece una vista del entorno del monasterio, un apunte de paisaje con una acequia en primer plano (hoja 4) y de Soria se suman otros tres apuntes: el primero, fechado en marzo de 1864, es un paisaje rocoso (hoja 7). El segundo, fechado en 1866, es una vista de Villaciervos, donde Valeriano tuvo algunos clientes (hoja 10, fig. 11), una panorámica de Villaciervos que recoge una parte de la población hoy ya desaparecida, salvo la iglesia del fondo actualmente rehabilitada tras haber estado mucho tiempo en ruinas.

La hoja 9 nos desplaza hacia Valeriano pintor de costumbres sorianas y en ella abocetada se encuentra la composición «Las cisqueras». Relacionado con estas tierras también se encuentra el boceto de la hoja 19 que dio lugar al grabado, ya citado, «La confesión en un pueblo de Castilla», en La Ilustración Española y Americana, 1 de diciembre de 1872.
Otra parte de los dibujos enriquece una de las facetas fundamentales de Valeriano como pintor: la pintura de escenas costumbristas andaluzas. La hoja 15 recoge a un guitarrista cantando a una muchacha; en la 18 aboceta dos borrachos mal vestidos y grotescos. En la hoja 12 hay un ligero boceto de un torero dando un pase. Mucho más acabadas son las composiciones de las hojas 26 y 27: la primera, «Los campanilleros», es una escena de ronda con campanilleros, cantando bajo una ventana desde la que les obsequian, que visten el tradicional traje con capa y catite (fig. 12) y la segunda con «La comida del presidiario». La hoja 21 ofrece una variación más sobre un asunto recurrente en su trabajo siguiendo los pasos de su padre José Bécquer y el primo de este Joaquín Domínguez Bécquer: «Los seises» de la catedral de Sevilla, donde un canónigo da instrucciones o amonesta a un grupo de seises (fig. 13).

Fig. 13. Los seises. Álbum, 21.
Varias escenas nos trasladan a la vida urbana: en la hoja 23 representa con gran soltura a una dama y unos chiquillos junto a un puesto de fruta. En la hoja 17 comparecen dos niños jugando. En la página 14 traza una escena galante observada por el padre o marido mayor de la mujer. O en la 25, representa una cacería ecuestre. Tal vez estas imágenes tengan que ver con otra de las facetas menos conocidas del pintor que en los últimos años está produciendo gratas sorpresas con la localización e identificación de obras con grabados sobre dibujos suyos: su labor de ilustrador de libros. Resulta verosímil en este contexto una escena interior donde una muchacha sale detenida (hoja 16). El trasfondo literario se hace todavía más evidente en la hoja 28 donde se representa a una muchacha que está siendo desatada de un árbol por una mujer vestida de hombre. Inevitable resulta el recuerdo de Valeriano ilustrador del Quijote, actividad sobre la que se ha recuperado una litografía publicada en El Arte en España y tenemos noticia de otros dibujos en el álbum que custodia la Universidad de Navarra, dados a conocer por Mariano González Presencio en la revista Academia en 1991.
Finalmente, algunas otras hojas testimonian el trabajo de Valeriano como copista y como pintor religioso: en la hoja 20 se representa una escena penitencial: un ermitaño rezando en soledad, posiblemente copiada de algún retablo o libro. La hoja 22 ofrece una composición donde un ángel está separando a dos hombres lo que llevó a Pardo Canalís a sugerir que se trataba de una copia o apunte de temática relacionada con el Juicio Final. Y la hoja 24 ofrece el boceto de una copia del cuadro de Zurbarán «San Hugo en el refectorio». Tal vez con vistas a realizar una copia al óleo del mismo y en todo caso una muestra más de su estudio de los pintores de la tradición sevillana.
En definitiva, el álbum ofrece muestras excelentes de la gran capacidad de Valeriano como dibujante y abre caminos para indagaciones que permitirán la fijación de su catálogo.
Tenemos que recordar aquí también el Retrato de muchacha expuesto en el Museo Lázaro Galdiano (IM 7539). Se trata de un retrato de busto, de tres cuartos, de una joven morena, con una rosa en el pelo y vestida con un traje azul con rayas blancas, cuello de encaje y un lazo bordado, que la dotan de un singular encanto. Este pequeño óleo sobre tabla de apenas 43,70 x 33 cm, fechado y firmado verticalmente por el artista –«Valeriano D. Bécquer 1866»–, da una idea perfecta de la enorme destreza que había adquirido como retratista el artista sevillano en el tratamiento de los rostros y en el de las telas. (fig. 14)

Con este breve ensayo, queremos rendir un pequeño homenaje a Valeriano con motivo del 150 aniversario de su muerte. Es una muestra más del afecto y la admiración con que nuestra institución mantiene viva la memoria del genial artista sevillano.