LA PIEZA INVITADA: CARTAS DE LOPE AL DUQUE DE SESSA, 1610-1617


Por Juan Antonio Yeves Andrés

«La pieza invitada» es un programa de la Casa Museo de Lope de Vega de Madrid que sirve para mostrar en su sede obras de otras instituciones. En esta ocasión la pieza elegida ha sido el volumen de Cartas de Lope de Vega al duque de Sessa de la Biblioteca Lázaro Galdiano ―IB 15652―, que está expuesto desde el 30 de octubre de 2018 y permanecerá hasta el 20 de enero de 2019 en el Estudio de la Casa de Lope, lugar de lectura y de trabajo desde donde pudieron salir algunos de estos mensajes y algunas de las obras que «en horas veinticuatro, pasaron de las musas al teatro».

IB 15652 (021v-022r)

Cartas de Lope de Vega al duque de Sessa, IB 15652.

Este manuscrito es el segundo de los tomos de Cartas y billetes de Belardo a Luçilo, es decir, de Lope de Vega al sexto duque de Sessa, Luis Fernández de Córdoba, «el mexor Luis que Dios ha hecho», como dice el propio Lope en la carta número 68. Están localizados cuatro de los cinco tomos que, procedentes del archivo de los condes de Altamira, se dispersaron a partir de 1869. El primero ha sido adquirido por la Biblioteca Nacional en 2018, este segundo llegó a manos de José Lázaro, el tercero se halla en paradero desconocido por el momento, el cuarto había salido con anterioridad y hoy se encuentra en la Academia Española y el quinto llegó al Museo Británico en la década de los años setenta del siglo XIX por medio de Pascual de Gayangos. De los tres primeros hicieron copias poco tiempo después de haber sido descubiertos en 1863, una por Isidoro Rosell para la Biblioteca Nacional y otra por encargo de Aureliano Fernández-Guerra y, por eso, González de Amezúa pudo comenzar a publicar las cartas de Lope en la década de los treinta del siglo pasado, a pesar de no tener a mano ni el adquirido recientemente por la Biblioteca Nacional ni el de Lázaro que se encontraba en París.

Las cartas remitidas por Lope de Vega al duque, donde se tratan los más variados asuntos –incluso sus flaquezas y caídas– con intimidad y confianza, son el reflejo de una fervorosa y duradera amistad. Lamentablemente, no se conservan las cursadas por el duque y no sabemos si era tan efusivo y cordial como el «Fénix». La relación de lealtad y afecto se mantuvo invariable durante tres décadas, desde que se conocieron en agosto de 1605, antes de heredar el título nobiliario, hasta el 27 de agosto de 1635, fecha en la que falleció Lope en presencia del duque y de otros personajes próximos como Juan Pérez de Montalbán.

Lope fue secretario del duque, probablemente desde 1607, cuando comenzó a ocuparse del despacho de la correspondencia particular. Debió de realizar su tarea con diligencia y fidelidad porque pronto se le asignaron otras, también propias del oficio, como las administrativas. Además, tuvo que preparar memoriales políticos y escribir billetes o cartas amorosas.

Estos billetes o cartas abiertas, remitidas por Lope con sobrescrito ―con el nombre del destinatario en la parte exterior del pliego cerrado―, en el que no era necesario indicar la dirección porque las llevaba en mano un criado, por eso señalaba, y no en todos los casos, solo al receptor: «Al duque mi Señor», «Al duque mi Señor y mi dueño» o «A mi Amo». En una ocasión Lope escribió unos versos en el sobrescrito, donde encontramos la mejor definición que conocemos de un billete:

Este no lleva cubierta
por la prisa, perdonad,
que es papel de voluntad
y está con vos descubierta.

Ahora se muestra por dos cartas, el final de una y el comienzo de otra. En la primera se puede ver la fecha, 6 de julio de 1611, y la firma «Lope», que no siempre figuran a lo largo del volumen, mientras que la segunda concluye con una cita para el día siguiente en el Colegio de doña María de Aragón, que había fundado María de Córdoba y Aragón (1539-1593), dama de honor de la reina Ana de Austria, cuarta esposa de Felipe II, y de la infanta Isabel Clara Eugenia:

Veré a vuestra excelencia en el Colegio de doña María a las once, mañana, si este hubiere llegado antes a sus manos, que beso mil veces por la merced que me hace en darme nombres tan indignos de mi humildad, pues para enriquecerla me basta el de criado y esclavo suyo, de quien lo seré toda mi vida, como fue Juan Latino de su padre, aunque no sepa tanto. La de vuestra excelencia guarde Nuestro Señor muchos años.

En ese párrafo, reflejo fiel del tono de las cartas, recuerda a Juan de Sessa o Juan Latino, educador y poeta renacentista, que fue esclavo, protegido y amigo de Gonzalo Fernández de Córdoba, tercer duque de Sessa, y antes menciona a «la Sibila de Madrid», María de Zayas y Sotomayor, a quien también elogió en El Laurel de Apolo:

¡Oh dulces hipocrénides hermosas!
Los espinos pangeos
aprisa desnudad, y de las rosas
tejed ricas guirnaldas y trofeos
a la inmortal doña María de Zayas,
que sin pasar a Lesbos, ni a las playas
del vasto mar Egeo,
que hoy llora el negro velo de Teseo,
a Safo gozará mitilenea
quien ver milagros de mujer desea;
porque su ingenio, vivamente claro,
es tan único y raro
que ella sola pudiera,
no sólo pretender la verde rama,
pero sola ser sol de tu ribera,
y tú por ella conseguir más fama
que Nápóles por Claudia, por Cornelia
la sacra Roma y Tebas por Targelia.

José Lázaro Galdiano como coleccionista de arte mostró especial predilección por Goya y como bibliófilo por Lope de Vega. De ambos reunió numerosas obras y, además, autógrafos: cuatro cartas y un billete del pintor aragonés y este volumen que contiene noventa y una cartas o billetes del escritor y dos más copiadas por el duque.

Techo Sala de la Comedia-

Lope de Vega, en lugar preferente, en una reunión literaria insólita en el techo de la Sala de la Comedia del Museo Lázaro Galdiano. José Lázaro dispuso que ahí aparecieran, junto a Lope, otros personajes del mundo de las letras, algunos contemporáneos y otros del pasado: Zorrilla, Gómez de Avellaneda, Byron, Dante, Virgilio, Shakespeare, Hugo, Calderón de la Barca, Homero, Cervantes y Quevedo.

Este «precioso manuscrito» –según palabras del propio Lázaro– «del más fecundo de nuestros autores», se mostró por primera vez en la Exposición de la estética del libro español, en julio de 1936 en París, con encuadernación moderna realizada por Gruel.

Lope

Encuadernación de Gruel para las Cartas de Lope de Vega al duque de Sessa, IB 15652.

Las cartas se exponen ahora en la casa del escritor para hacer pública su intimidad, su franqueza, su confianza y sus afectos, reflejados en esta correspondencia casi diaria del complaciente secretario y capellán.

Para colofón nos sirve una expresión de otro tiempo, usada cuando se trataba de algo que tenía mérito, que era superior o excelente y era necesario ponderarlo: «es de Lope».

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