Catálogo de la exposición «La fortuna de los libros»


Por Juan Antonio Yeves Andrés

De la exposición «La fortuna de los libros», programada del 23 de septiembre al 23 de noviembre de 2015, y prorrogada hasta el día 30 de noviembre, quedará como testimonio el catálogo publicado pues, desde el principio, se planteó como recuerdo del Congreso Internacional de Bibliófilos que tuvo lugar en Madrid en septiembre de 2015 y como obsequio a los participantes.

Como ocurrió en 2008, cuando se proyectó otro, Bibliofilias, que fue la memoria del Congreso Internacional y la Feria de The International League of Antiquarian Booksellers, se ha convocado a estudiosos y conocedores de cada uno de los libros que se iban a exponer para que participasen en la tarea de descubrir detalles referentes a la fortuna de cada una de estas obras. Estos han respondido de forma generosa y han prestado su apoyo al proyecto —exposición y catálogo— de manera unánime, tanto aquellos que ya habían colaborado puntualmente en estudios realizados sobre los fondos de la Biblioteca Lázaro Galdiano, como los que han intervenido por primera vez.

El grupo más numeroso de colaboradores está formado por profesores universitarios, hasta un total de dieciocho, que se relacionan a continuación, siguiendo el discurso expositivo y el orden de aparición en el catálogo en los dos capítulos: Desde la primera idea hasta el original y El libro en manos de lectores y bibliófilos.

En el primero, Francisco M. Gimeno Blay (Universidad de Valencia) escribe, bajo el epígrafe «Ungidos y coronados», sobre el Ceremonial de consagración y coronación de los reyes y reinas de Aragón; Elisa Ruiz García (Universidad Complutense de Madrid) sobre Le livre des propriétés des choses en «Una enciclopedia para el rey»; y Carmen Parrilla García (Universidad de La Coruña) sobre «Dos obras de fray Hernando de Talavera, requeridas y destinadas a Isabel la Católica», es decir, Colación muy provechosa y Tractado de los loores de San Juan Evangelista, completando así esta sección con tres manuscritos que se deben a la iniciativa o protección de tres reyes: Pedro IV de Aragón, Charles V de Francia e Isabel la Católica.

El catálogo continúa con textos en los que queda reflejada la suerte de tres joyas bibliográficas cuyos autores idearon la obra y personalmente se ocuparon del proceso hasta que el libro llegó a su versión original. Bonaventura Bassegoda (Universidad Autónoma de Barcelona) se ocupa del Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones en «El Libro de Retratos de Francisco Pacheco: aventura y enigma»; Jesusa Vega (Universidad Autónoma de Madrid) de «El libro de los Caprichos de Goya»; Ana Martínez Pereira (Universidad Complutense de Madrid) y Víctor Infantes de Miguel (Universidad Complutense de Madrid) de la «Primera edición de la Segunda parte del Quijote».

Jesús Rubio Jiménez (Universidad de Zaragoza) presenta la Libreta de apuntes de la Guerra de África y el Diario de un testigo de la Guerra de África de Pedro Antonio de Alarcón, agrupados en un texto titulado «Impresiones de la Guerra de África», e Isabel Burdiel Bueno (Universidad de Valencia) un ejemplar verdaderamente singular, «Jaime de Emilia Pardo Bazán», encuadernado con un guante de la escritora y dedicado a José Lázaro. El Álbum de los duques del Infantado, es buena muestra de cómo una serie de hojas con dibujos utilizadas por maestros o aprendices se convirtió en un precioso objeto de regalo y de él trata Carmen Heredia Moreno (Universidad de Alcalá) en «Un libro de dibujos español del Renacimiento». El trabajo de Pedro M. Cátedra (Universidad de Salamanca & Magdalen College, Oxford) titulado «Los Epithalamia de Bodoni: calla el texto, habla el tipógrafo», recuerda la fortuna de este libro que cayó en manos del gran impresor italiano del siglo XVIII.

En el segundo capítulo, centrado en la suerte del libro lejos del autor, editor o promotor, lleva por título El libro en manos de lectores y bibliófilos. Comienza con los estudios de Eberhard König (Freie Universität Berlin) sobre «El libro de horas de William Hastings», códice que perteneció a Mary Tudor, reina de Inglaterra, y de Julián Solana Pujalte (Universidad de Córdoba) sobre «Las Paraphrases al Nuevo Testamento de Erasmo en la biblioteca de Jean Grolier». Por su parte, Antonio Castillo Gómez (Universidad de Alcalá) evoca en «Al duque, mi señor» el especial celo que el duque de Sessa, protector de Lope de Vega, mostró en conservar algunos escritos de carácter efímero como eran los billetes que fue recibiendo del escritor. Asimismo, Ángel Gómez Moreno (Universidad Complutense de Madrid) trata de otro de los manuscritos más conocidos de la colección en «Textus receptus y tradición literaria: la fortuna del Buscón de Quevedo», haciendo memoria de su interés y de su trayectoria en manos de bibliófilos como Juan José Bueno y José María Asensio, quien se lo regaló a Antonio Cánovas del Castillo. De igual forma, Diego Navarro Bonilla (Universidad Carlos III de Madrid) ha investigado sobre una copia singular que presenta cada página con letra diferente: «Calderón caligrafiado: en torno al auto sacramental Amar y ser amado, la divina Philotea». Se cierra el capítulo y la exposición con dos libros condenados por la Inquisición, si bien los dos ejemplares mostrados pueden considerarse afortunados porque son los únicos que existen de sus respectivas ediciones. Del primero trata Fermín de los Reyes Gómez (Universidad Complutense de Madrid) en «El Sacramental de Sánchez Vercial de la Biblioteca Lázaro Galdiano» y del segundo Mercedes Fernández Valladares (Universidad Complutense de Madrid) en «La oración de san León: varia fortuna arqueológica de un librito-escapulario».

Otros colaboradores están vinculados a centros de investigación, bibliotecas o instituciones académicas.

Luis Alberto de Cuenca (Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo, CSIC, Madrid) escribe el prólogo que titula «Habent su afata libelli», frase de Terenciano Mauro que no podía faltar en este volumen y que en principio estaba destinada a ser el subtítulo de la exposición. El verso clásico —«los libros tienen su propio destino»— queda en el pórtico del catálogo en el que se refleja la suerte de las veintiocho obras expuestas. María Luisa López-Vidriero Abelló (Real Biblioteca, Madrid) se encarga de uno de los libros que llegaron a manos del mejor impresor español de siglo XVIII en «El libro triunfante: el Salustio de Ibarra, 1772». Javier del Barco (Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo, CSIC, Madrid), desvela la suerte del Comentario bíblico de Rashi, hoy dividido en dos partes, una en la Biblioteca Colombina y otra en la Biblioteca Lázaro Galdiano, y el trágico destino de uno de sus propietarios a finales del siglo XV en «La Glosa de rabi salomon sobre la bluia del Arcediano de Jerez: dos manuscritos hebreos que fueron uno». Antonio Ernesto Denunzio (Gallerie d’Italia-Palazzo Zevallos Stigliano, Napoli) estudia la trayectoria italiana de «L’Almagesto della biblioteca del II duca di Medina de las Torres» y Javier Docampo (Museo Nacional del Prado, Madrid) da noticia de la Huida a Egipto, una hoja suelta del Libro de horas de Juan sin Miedo en un texto que trata también un hecho frecuente en la historia del libro: «Disjecta membra: la mutilación de manuscritos iluminados». Antonio Bonet Correa (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid) se ocupa de «Fray Matías de Irala, autor de una “cartilla” para aprender a dibujar», porque esta obra ejemplifica lo que ha ocurrido con libros que han caído en manos de estudiantes, aprendices o escolares, que con frecuencia se han visto alterados o mutilados.

Completan la relación de autores otros reconocidos especialistas en las obras de las que se ocupan.

Javier Azpeitia (escritor) trata de la «Fortuna e infortunio del libro más bello y misterioso del mundo», el Hypnerotomachia Poliphili, impreso por Aldo Manuzio en Venecia en 1499 y Armen Tokatlian (historiador del arte oriental) de «El Akbar Namah», hoy en distintas bibliotecas, una de cuyas hojas se ha mostrado en la exposición. Julián Martín Abad (incunabulista) podía haber escrito sobre el mérito de una gran empresa filológica y editorial, la Biblia Políglota, si bien aquí convenía recordar la andadura posterior de los ejemplares impresos y su texto lleva por título: «La Biblia Políglota Complutense: un libro con mala suerte».

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Cubierta del catálogo

En el apartado de agradecimientos deben aparecer todos estos autores —de ahí la relación detallada— que colaboran en este volumen con sus textos, aquellos que fueron y siguen siendo nuestros maestros y quienes participan por primera vez, pues todos han sido generosos con su tiempo y su saber. También tienen que figurar en puesto preferente el Patronato de la Fundación Lázaro Galdiano, presidido por Íñigo Méndez de Vigo y Montojo, Ministro de Educación, Cultura y Deporte, y la Directora Gerente de la Fundación, Elena Hernando Gonzalo, por haber respaldado y alentado este proyecto. La ayuda de Fernando J. Martínez y Mercedes Tostón, una vez más, y de Lorena Ferrer, Natalia Teja, Claudia Iturbe y Patricia Aznar, en esta ocasión, ha sido fundamental. Asimismo, ha de quedar constancia de nuestra gratitud a Gonzalo Crespí de Valdaura y Bosch-Labrus, conde de Orgaz, Luis Crespí de Valldaura y Cardenal, Raimundo Pérez-Hernández y Torra y Santiago Saavedra Ligne, porque la Asociación Internacional de Bibliófilos, la Fundación Ramón Areces y Ediciones el Viso han contribuido de forma decisiva en la edición del volumen que servirá de memoria de este proyecto y de la visita de los miembros de la Asociación, el 23 de septiembre de 2015, al Museo Lázaro Galdiano.

La fortuna de los libros_5.pdf

Índice del catálogo

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