Por Patricia García-Montón González
El interés de Bernard y Mary Berenson y de Adolfo Venturi por las obras de arte de José Lázaro se conoce por su colaboración, junto a otros ilustres historiadores, conservadores de importantes museos europeos y americanos y también críticos de arte, en el catálogo de La Colección Lázaro, publicado en 1926 y 1927. Mary Berenson, además, cuando recibió la publicación la valoró como «verdadera obra de arte con sus claras y completas ilustraciones».
Con muchas de estas personalidades, como las ya citadas, o con August L. Mayer, hispanista y conservador de la Pinacoteca de Munich, Lázaro mantuvo una relación epistolar, a través de la cual le solicitaban información sobre sus piezas, fotografías o, sencillamente, contemplar algunas pinturas, objetos o libros de sus magníficas colecciones.
Tenemos constancia de la existencia de estas cartas porque se reprodujeron entre el corpus de imágenes del mencionado catálogo y, aunque no conservamos todas las que recibió José Lázaro, por fortuna podemos reproducir aquellas que documentan las visitas que Berenson y Venturi realizaron a su casa.
En el mes de junio de 1919 Bernard Berenson, ilustre crítico de arte, había llegado a Madrid para colaborar con «su autorizadísima opinión respecto de los cuadros italianos» con la comisión catalogadora del Museo del Prado. La mañana del día 7 manifestó al director, Aureliano de Beruete, su deseo de conocer la colección de José Lázaro y «muy especialmente las obras de primitivos españoles» que entonces constituían el objeto predilecto de sus estudios.

Carta de Aureliano de Beruete, director del Museo del Prado, recomendando a Bernard Berenson que desea visitar la colección de José Lázaro. Madrid, 7 de junio de 1919. AFLG, Archivo Lázaro-Florido, L10 C25-1.
Berenson y su mujer Mary visitaron unos días después «Parque Florido» y quedaron maravillados:
Hemos disfrutado grandemente viendo su colección.
Los objetos artísticos constituyen por sí solos un Museo tan selecto, que hace el más alto honor a su gusto y a su inteligencia.
No vamos a enumerar sus admirables antigüedades ni sus espléndidos cuadros, pero si insistimos en felicitar a usted por sus conocimientos profundos y por haberse anticipado a coleccionar el primero, las tablas de los primitivos pintores españoles.

Carta de Bernard Berenson a José Lázaro después de su visita a la cas de José Lázaro. Madrid, 24 de junio de 1919. AFLG, Archivo Lázaro-Florido, L10 C18-8.
En 1922 el historiador Adolfo Venturi, catedrático de la Universidad La Sapienza de Roma, decidió visitar también el Prado, en un tour que hizo por Europa durante tres años. Es más, el Patronato del Prado había creído conveniente invitar también a Venturi para realizar la catalogación de la pintura italiana, de la que finalmente solo se ocupó Berenson. El resultado de estos intensos años de viaje es la publicación de los Grandi Artisti Italiani en 1925. Fruto de una revisión de este libro, junto con el bagaje de un nuevo viaje, Venturi editó los Studi dal vero attraverso le raccolte artistiche d’Europa, en 1927, donde reunió lo cosechado «de los viñedos del arte italiano trasplantado fuera de Italia».

Carta de Adolfo Venturi en la que muestra su deseo de encontrase con Lázaro antes de continuar su viaje por Europa. Madrid, 27 de septiembre de 1926. AFLG, Archivo Lázaro-Florido, L13 C17-4.
Aprovechando su paso por Madrid visitó la colección de Lázaro y en una carta que le remitió dejó muestra de su agradecimiento:
He dicho varias veces que una obra de arte es un rayo de luz en una casa. Usted ha abierto la suya, regia, al Sol; y yo, seducido por el encanto, he experimentado cuán grande debe ser la dicha de quien puede vivir entre tanta luz.
Usted ha coleccionado con amor, con pasión; y yo, recorriendo su casa, he recordado a Ovidio, que inicia las Metamorfosis describiendo la casa del Sol.
Lázaro podía presumir de ser «gran amigo de las primeras personalidades del arte clásico de Francia, de los directores de los Museos –con los cuales colaboraba encargándose de la clasificación del arte español– y de muchos de los representantes de las naciones extranjeras», que eran en su mayoría escritores de arte y, sobre todo, podía decir que gran parte de ellos había elogiado públicamente su notable colección de arte, difundida para el público en los dos tomos publicados en 1926 y 1927.

Carta de Bernard Berenson agradeciendo a José Lázaro el envío del primer tomo de La colección Lázaro. I Tatti, Settignano (Florencia), 20 de julio de 1926. AFLG, Archivo Lázaro-Florido, L13 C10-6.
No es de extrañar que Lázaro fuese nombrado por el Ministerio de Instrucción Pública como representante de España para asistir al Congreso de Historia del Arte celebrado en París en 1921. La intervención de Lázaro, que actuó como presidente del Congreso, versó sobre Un supuesto breviario de Isabel la Católica, que vio la luz en tipos de imprenta en 1928. En el volumen publicado con el sello de la editorial La España Moderna, que había fundado y dirigido durante casi tres décadas, recordaba su predilección por las obras de arte, documentos y libros de la época de los Reyes Católicos, adquiridas en su juventud, que le dieron fama de coleccionista de escaso gusto. Unos años después, en 1928, cuando se publicó su comunicación, Lázaro podía decir sobre las tablas de los primitivos españoles: «hoy constituyen el principal atractivo de mi colección: los espinos de mi juventud se han cubierto de flores en los años postreros de mi vida».
Al recibir Un supuesto breviario de Isabel la Católica Pedro Beroqui, catalogador y secretario del Patronato del Prado, escribió en estos términos a Lázaro:
Bien le envidio. Tiene una estupenda colección de joyas diversas… y sabe lo que tiene, y las ama como artista de rara sensibilidad e inteligencia Que los espinos cubiertos de flores sigan con ellas otros cincuenta años más.