Por Alegra García
El 23 de enero de 1893 fallecía en Madrid José Zorrilla (1817-1893), uno de los grandes poetas y dramaturgos del Romanticismo español. De este literaro la Biblioteca Lázaro Galdiano conserva, además de manuscritos, la correspondencia que entre 1889 y 1893 cruzó con José Lázaro Galdiano (1862-1947). En ella se tratan principalmente asuntos relacionados con el envío y publicación de artículos en prosa y verso que Zorrilla hacía llegar a Lázaro para la revista La España Moderna, pero también hay lugar para pequeñas pinceladas que nos aportan información sobre la vida personal de Zorrilla y sobre su delicado estado de salud.
Precisamente, las dos últimas cartas que remitió el poeta, fechadas el 1 de diciembre de 1892 y el 1 de enero de 1893, tan sólo 22 días antes de fallecer y que reproducimos a continuación, tratan de las numerosas operaciones a que se sometió Zorrilla para extirpar un tumor cerebral (la última de las cuales sería la causante de su muerte) y de las dificultades que experimentaba en su vida cotidiana debido a los dolores provocados por su dolencia y el aspecto resultante de esas intervenciones, que le impedía aparecer en público por considerar Zorilla la apariencia de su cabeza «repugnante y ridícula».
Según las crónicas de la época, Zorrilla murió en la madrugada del día 23 sentado, pues sus dolencias «ni aun le permitían acostarse», rodeado de su familia, el poeta Emilio Ferrari y un médico. La capilla ardiente se instaló en la Academia de la Lengua y una numerosa comitiva acompañó el cadáver hasta el cementerio de San Justo. José Lázaro, en carta escrita el mismo día 23, informa a Aureliano Fernández-Guerra, bibliotecario perpetuo de la Academia de la Lengua, de que ha enviado una corona de flores y le expresa su deseo de «llevar una de las cintas el día de su entierro». Tres años después, siguiendo los deseos del fallecido, sus restos fueron trasladados a Valladolid, su ciudad natal.
José Zorrilla (Moliné y Albareda)
Diciembre, 1.º 92.
Mi querido amigo: hace ya meses que me he eliminado de la Sociedad por las enfermedades y aflicciones que acosan mi vejez. Hoy me está preparando el Dr. Cano para la quinta y sexta operación en la cabeza, que no puedo presentar descubierta por repugnante y ridícula; por lo cual habrá usted notado que no he podido tomar parte en ningún acto del centenario.
Además, el Liberal tiene la exclusiva de mis versos en Madrid, y no puedo sin anuencia suya colaborar en otro periódico; como cuando escribía en el Imparcial no daba tampoco a los demás ningún trabajo.
De todos modos ahora hace tres meses que no puedo trabajar porque las curaciones dolorosas y los baldeos continuos con que me ajofifan la chola no me lo permiten.
Yo ya he muerto, mi querido tocayo; mi extemporánea e inverosímil coronación fue mi muerte civil, y tengo que aguardar la próxima muerte en el silencio y la oscuridad.
¿Hasta cuándo me da usted de plazo para enviarle el original? Si puedo tendré siempre gusto y me creo en obligación de complacerle.
Póngame usted a los pies de la Señora y siempre suyo afectísimo y agradecido amigo que le envía un abrazo.
J. Zorrilla [rúbrica]
Formación de la comitiva fúnebre en la calla de Valverde, ante el edificio de la Academia Española. Publicado en La Ilustración Española y Americana, 30 de enero de 1893.
1.º Enero 93.
Sr. D. J. Lázaro:
Mi querido amigo: felices Pascuas y buen año nuevo.
Yo hace más de seis meses que no voy a ninguna parte, y no puedo presentarme en sociedad, a causa de los tumores de la cabeza, que exigen continuas medicaciones y sajaduras, y me hacen perfectamente ridículo y repugnante: salgo solo ya anochecido a poner mis cartas en el correo y a hacer ejercicio, con una capa y un sombrero de deshollinador, y un gorro de sacristán que oculta el vendaje blanco: por eso no he ido ni puedo ir ahora a ver á usted.
¿Qué es de mis versos que me tiene usted pagados? ¿No le conviene a usted su publicación? Devuélvamelos y le daré prosa: cuentos u otro trabajo que le convenga. Su revista “La España Moderna” es una buena y seria publicación, y comprendo que no mire de buenos ojos a mis versos, que ya son viejos, ni a los de otros más naturalistas que todavía no tiene ni edad ni escuela determinada, en este fin de siglo transitorio, que aún no sabe lo que quiere.
En resumen: felicidades, repito, para el 93 y no olvide usted y abandone a su amigo el viejo poeta
J. Zorrilla [rúbrica]